Categoría: Viajes regios por mar en el transcurso de quinientos años

Fernández Duro////Cesáreo//// //// //// //// ////1893////Viajes regios por mar en el transcurso de quinientos años: narración cronológica//// //// ////Madrid////Est. Tip. «Sucesores de Rivadeneyra»

  • Regocijos al llegar el nuevo rey, Alfonso XII

    A las dos de la tarde del día 9 dirigía el Ministro de Marina desde Barcelona el siguiente despacho telegráfico:

    «Alfonso XII, recibido en Barcelona como Rey por autoridades y por inmenso pueblo con el vivo interés que inspira su dignidad y más su persona y su proclamación. Vapores salieron de Barcelona hasta el límite de la provincia por la costa á las tres de la madrugada con músicas y fuegos. Navegación como en un lago. El Rey se ha confiado en su entrada al amor de los catalanes, y el éxito ha excedido á las esperanzas de todo el mundo. La bahía y la ciudad intransitables por llenas, indescriptibles por entusiastas. Los corazones unánimes. Dios protege á Alfonso XII.»

    «Quien no lo crea, escribía el cronista, es porque no llegó á verlo; quien no lo haya visto, difícilmente podría figurárselo.»

    Pasados dos días en regocijos, el 10 de Enero volvió á embarcar el Rey en las Navas de Tolosa y salió del puerto de Barcelona, marchando con ella la Numancia y los vapores mercantes Ciudad de Cadiz y Jaime II, en los que las autoridades y particulares quisieron despedirle, uniendo las aclamaciones á la voz del cañón y á la de la gente que cubría las murallas y muelles, ó en botes llenaba el puerto.

    Igual entusiasmo produjo la llegada á Valencia el día siguiente. Cuando el cardenal Barrios dió la bienvenida á D. Alfonso en nombre del pueblo, expresando que la nación, sedienta de paz y de justicia, esperaba que bajo su reinado acabarían las luchas civiles, contestó Su Majestad: «Muy joven soy, pero tan joven como yo era don Jaime I cuando subió al Trono. No es que yo tenga la pretensión de igualar á aquel gran monarca, pero haré lo que pueda, y para obtener grandes resultados cuento con dos poderosos elementos: la fe religiosa, y el amor y la unión del pueblo y el trono, base de la felicidad de las naciones.»