José Ramón Márquez:
Da la impresión de que la corrida benéfica o a beneficio del pasado día 5 en Barcelona marca un punto de inflexión en el devenir profesional del llamado “dios de piedra de Galapagar”. Esa publicitada tarde ha puesto una vez más en evidencia las características que han marcado la trayectoria de este extravagante torero y de manera muy particular las carencias de su apuesta.
Se ha señalado con insistencia y de una forma a la que cada vez se han ido sumando más voces que el diseño de la ‘segunda venida’ de José Tomás obedece de una forma milimetrada a los principios de la moderna mercadotecnia dispuesta en tres líneas.
[1, 2, 3]
¿Y después de Barcelona, qué? Pues tras esa importante tarde, publicitada urbi et orbe, queda lo que siempre hubo: un torero con una notable falta de oficio que es sustituida normalmente por una gran impavidez, que a medida que los toros le cogen y le trompican va tomando más precauciones para que eso no pase, pues ya se sabe que los toros, aunque no calen, hacen daño. En Barcelona volvió a estar tres veces por los aires, y eso siempre se debe poner como demérito del torero, ya que la cogida es siempre un accidente indeseable. Pero a medida que Tomás va tomando precauciones, su toreo se va pareciendo más al de los demás: en Barcelona se le vio perder pasos como a casi todos y renunciar a aquel famoso ‘sitio inverosímil’ en el que se ponía.
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