José Vicente González Bethencourt
FUERON dos jóvenes y activos cirujanos, Margarit y Jaurrieta, los que asumieron el reto, el 23 de febrero de 1984, de realizar en España el primer trasplante de hígado. Ese día, el hospital de Bellvitge, en Hospitalet de Llobregat, Barcelona, fue testigo de una intervención que duró doce horas (hoy se hace en cinco). Exhaustos, anunciaron a la opinión pública que el paciente había sobrevivido a la cirugía. Juan Cuesta, un mecánico nacido a principios de los años treinta en Torrecilla de la Tiesta (Cáceres) y residente en Cataluña desde 1956, estaba desahuciado tras ser diagnosticado de un tumor hepático tan grave que el pronóstico de vida era de pocas semanas, por lo que, sin otra alternativa, aceptó el reto. La tolerancia al órgano trasplantado fue óptima, aunque la recidiva de un cáncer en otra parte del cuerpo acabó al año con su vida.
Margarit se había formado junto a Thomas Starlz, autor en 1963 del primer trasplante de hígado en el mundo, mientras que Jaurrieta lo hizo al lado de Rudolf Pichlmayer, que ya reunía más de cien trasplantes. Hoy ya no están todos los protagonistas del primer trasplante de hígado en España. Carles Margarit falleció en los Pirineos, en 2005, atrapado en un alud de nieve mientras practicaba esquí. Jaurrieta es ahora director adjunto de Desarrollo Profesional del Instituto Catalán de la Salud. Gracias a él y a tantos otros pioneros, el programa hepático sigue vivo. Más de 16.100 trasplantes realizados desde entonces por unos veinticinco equipos en España lo confirman.