Día: 11 de agosto de 1945

  • Reacciones barcelonesas ante las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki

    Pánico en el mundo. Pánico en España, en Barcelona, en las conciencias. Se hacían toda suerte de cábalas, pero el denominador común era cierto sentimiento de corresponsibilidad. Muchas personas se alegraban del derrumbamiento de las potencias del Eje, pero la explosión atómica las hostilizaba por dentro. Mientras mosén Castelló se dedicaba a repartir estampítas en las que se veía el infierno, el doctor Trabal se pasó un día entero en su despacho, dejando vagar la mirada por los libros de los estantes, que contenían saberes y fórmulas para traer nuevas vidas al mundo…

    […]

    Entre los más desconcertados, naturalmente, estaba Julián. La verdad era que el arquitecto confió hasta el último momento en que un milagro -tal vez un milagro científico o técnico- salvaría a los alemanes, y no había sido así. Julián no acertaba a explicárselo. No acertaba a explicarse que las democracias, símbolo de disgregación -«¡a la basura!, ¡a la basura!»-, hubieran vencido al totalitarismo, símbolo de unidad.

    […]

    La Delegación de Ex Combatientes convocó una asamblea extraordinaria, regional. Y el ambiente que en ella se respiró fue de los más pesimista. El arquitecto y Claudio Roig, que con la camisa azul parecían otras personas, se encontraron allá con antiguos conocidos. La alegría de los abrazos se vio empañada por la gravedad de la situación. La creencia unánime era que Roosevelt y Churchill, presionados por Stalin, intentarían derribar el régimen español y traer de nuevo al país a Negrín y la Pasionaria. Quien más, quien menos, retrocedió mentalmente a la guerra civil y el contagio encalabrinó los ánimos. Se pronunciaron discursos, entónose el «Cara al sol» y al final los asistentes, sin una sola excepción, se juramentaron para defender otra vez, si preciso fuere, el suelo patrio…

    A la salida habló largo rato con Claudio Roig. Recordaron al amigo Saumells, el Mujeriego, y los motivos que lo llevaron a decidirse a entrar en religión. Roig estuvo en Tarragona con sus padres y pudo añadir algunos datos más.

    – Ya sabes lo mucho que le preocupaba la cuestión social. Por lo visto dijo que los resultados de la victoria no se parecían en nada a como él los imaginó durante la lucha. Intentaron convencerle de que no se ganó Zamora en una hora, pero no hubo nada que hacer; lo plantó todo y se fue al noviciado.