Barcelona 13 a las 21’30.
Explosión de una bomba
Muertos y heridos
Tempestad aérea y terrestre
Barcelona.-Anoche se desató en esta ciudad una horrorosa tormenta.
Soplaba recio el vendabal, llovía a cántaros y sucedíanse rápidamente los relámpagos y truenos.
Cuando la tempestad arreciaba, en medio del fragor de la tormenta, estalló con horrísona detonación una bomba en el music hall «Pompeya».
Creyeron en un principio los que en aquellas cercanías oyeron la explosión que allí había caído un rayo.
La espantosa realidad
A la detonación consiguiente al estallido de la bomba sucedieron en breve alaridos desgarradores, voces de angustia, ayes de dolor, gritos de espanto y de terror.
Entonces las gentes se dieron cuenta de la tremenda realidad.
Era que a las 12 y 27 minutos de la noche [es decir la madrugada del 13], durante un intermedio del espectáculo, cuando muchos concurrentes estaban fuera, hizo explosión una bomba colocada sobre una butaca.
Cuadro espantoso
Ante la realidad son pálidas cuantas descripciones se hagan del cuadro espantoso que ofrecía el «Pompeya» inmediatamente después del estallido.
Los cascos de la bomba lo destrozaron todo e hirieron terriblemente a muchas personas.
Sobrevino una desbandada general. Los espectadores huían alocados, despavoridos. Se precipitaban unos contra otros hasta formar montones de gente, verdaderos amasijos de carne humana en medio de un humo espeso y acre que a raíz de la explosión empezó a esparcirse por la sala.
Era una visión espantosa la que ofrecía aquel local tan pronto la concurrencia se dió cuenta de la realidad.
Muertos, heridos, destrozos
Cuando fué posible proceder a investigaciones y reconocimientos fueron recogidos diez y nueve heridos y dos muertos.
Un casco fué a dar contra la cañería conductora del agua y la rompió. El peligro de una inundación se sumó a tantos horrores.
La sangre fluía abundante, formaba regueros, se encharcaba.
En su desenfrenada carrera, presa del espanto, perdieron muchos el sombrero, alguna prenda de vestir, el bastón, etc. Otros perdieron las ropas con que se encubrían y que en su desesperación desgarraban o que les arrancaban a tirones los que pretendían adelantarles para huir.
Los dos cadáveres halados en el salón no han sido hasta ahora identificados.
Uno de los heridos ha fallecido en el Hospital de Santa Cruz. Otros dos agonizan.
Entre los heridos figuran el periodista de Alicante don Federico García Gómez y dos compañeros.
Diez minutos antes de producirse la explosión el barítono señor Ceballa y los maestros músicos Millán y Acevedo trataban de ir a un espectáculo.
Después de titubear sobre si entrarían o no en el Pompeya, desistieron de este primer propósito y optaron por ir a otro cabaret de la calle del Conde del Asalto.
Así eludieron el terrible peligro y los trastornos que implicaba ir a Pompeya.
El artefacto explosivo
La bomba estaba oculta debajo de una gorra con visera de charol. Estaba cargada con un potente explosivo que había de obrar como agente propulsor de los balines y trozos de hierro que rellenaban el infernal artefacto.
Algunos vierno la mecha aplicada al explosivo, pero sin acertar a quitarla.
Las autoridades creen que la mecha se encendió con un cigarrillo.
Después de la catástrofe
Entre el vecindario del Paralelo produjo la catástrofe del Pompeya una honda consternación general y fuertísimo enojo que transcendieron pronto a toda Barcelona.
Los heridos son en su mayoría gentes humildes.
Los autores de este infame atentado no han sido habidos, a pesar de que el Gobernador ha dejado entrever que está sobre una pista segura.
El jefe del Gobierno señor Data ha condenado al atentado del Pompeya y ha dictado severísimas órdenes a las autoridades de Barcelona.
Se ha hecho observar que uno de los heridos lo está en ambas manos, detalle que puede conducir a una pista.
Resulta también extraño que el atentado se perpetrara precisamente en uno de los barrios más populares de Barcelona.
El Subsecretario de Gobernación ha dicho que la policía busca a dos individuos que estuvieron en el salón Pompeya momentos antes de producirse la explosión.
Protesta obrera
La organización obrera de Cataluña ha publicado un manifiesto en el que protesta enérgicamente contra el atentado del salón Pompeya.
Dice el documento que los obreros organizados están dispuestos a colaborar en cualquier acción que tienda a terminar con los crímenes llamados sociales y que prestarán poderosa ayuda al que quiera esclarecer este asunto tenebroso.
Añade el manifiesto que se llegará a donde precise para patentízar la protesta y la indignación, invita a los obreros que dejen el trabajo el día del entierro de las víctimas del atentado del salón Pompeya.
«Perseguimos (dice por último la manifestación de los obreros organizados de Cataluña) un ideal de justicia que no puede empañarse con la mancha de un crimen.»
Firman el manifiesto protesta el comité de la federación local y los de las confederaciones regional y nacional.
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