Día: 10 de junio de 1892

  • Devastadora crítica en La Vanguardia de La Tradició Catalana

    Un libro notable

    La tradició catalana.—Estudi del valor étich y racional del regionalisme cátala per Joseph Torras y Bages, Prevere. Barcelona, 1892. (Un tomo de 725 páginas).

    La Tradició catalana es un libro serio, fruto de estudios detenidos y que merece ser leido y digerido con atención. Amigos y adversarios del criterio del autor han de deleitarse con su lectura, á poco que sean capaces de apreciar la sinceridad de convicciones que late en todas sus páginas. Podrá el punto de vista parecer estrecho y cerrado, podrá no comulgarse en los ideales del autor ni creer, aun dentro de la dirección regionalista, que esta haya de encaminarse por el sendero rigurosamente acotado que el autor le traza; pero todos, convencidos ó no, habrán de admirar la entereza con que lo traza yacota, y el caudal de doctrina que sirve de base y fundamento á la traza y acotación.

    Porque no es libro, á pesar de ser principalmente de crítica é historia de filósofos catalanes antiguos, obra de mera erudición y especulación. El autor persigue otro fin más trascendente. Propónese en el estudio del pensamiento catalán al través de la historia tanto y más que mostrar la existencia de este y caracterizarle y diferenciarle, buscar en esta caracterización y diferenciación la legitimidad del regionalismo, y probar que este debe huir de novedades y audacias de aprioristas, y ser la continuación de la interrumpida historia interna de la patria.

    Enhorabuena se deleiten poetas y artistas, dice el reverendo Torras, en la contemplación estética de lo pasado material. No por ello ha de volver Instituciones, formas sociales, costumbres, trajes, escuelas literarias ó artísticas, todo esto es deleznable y perecedero. Pero estas formas esternas, fenómenos de exteriorización histórica, tienen una sustancia interna, un spiritus intus que no caduca ni perece. Este spiritus intus es el que el autor indaga y encomia. Esta la tradición que el quiere hacer revivir, una tradición que, según frase del reverendo Torras, no es la vieja decrépita y arrugada que imaginan los artistas, sino poderosa matrona que de su propia savia se nutre y redivive, y con el jugo de sus pechos alimenta á los pueblos que á su regazo se acogen.

    Para el reverendo Torras la tradición catalana es la religiosa, la católica, y más concretamente todavía en el orden humano y científico, la tradición tomística.

    Afilíase el reverendo Torras á esa pléyade de escritores eclesiásticos que ha hecho surgir la voz de León XIII, y que siguiendo la huella del actual Pontífice, tratan de crear, ó reavivar por lo menos, una literatura, una historia, una ciencia, hasta una política, en el sentido más elevado de la palabra, que sin dejar de ser profunda y sustancialmente católicas seamolden, sin embargo, á las tendencias espansivas de la época actual y atraigan otra vez, al seno de la Iglesia por un lado las multitudes y por otro las inteligencias. Fructífera ó no la empresa, se recordará siempre como una de las tentativas más nobles y elevadas de la Iglesia y como uno de los episodios más simpáticos de la historia religiosa en el presente siglo.

    Tan de lleno entra el Rdo. Torras en la dirección iniciada por el sabio León XIII que en la autoridad de este se apoyapara defender la tesis de su regionalismo. En la encíclica Libertas establece el Pontífice como base y raíz de la libertad política y civil el robustecimiento de la vida municipal, base y raíz á la vez para el Rdo. Torras, como para la gran mayoría de los regionalistas, del régimen por estos patrocinado. Y en ello sigue León XIII, conforme viene á recordar el Rdo. Torras, la tradición tomística. En esta fue á metodizarse y constituir cuerpo de doctrina científica toda la doctrina aplicada é histórica de la Edad media. De Santo Tomás es aquel texto fundamental de las creencias regionalistas:

    porque amamos más á los que están unidos con nosotros por la identidad de origen, el hábito del trato y otras concordancias por el estilo que á los que solo lo están por el vínculo de la asociación humana.

    Y el Rdo.Torras no vacila en afirmar que

    es indudable que en la doctrina tomística se encuentra la sustancia del régimen regionalista, en cuanto es la armonía entre la unidad y la multiplicidad; la unidad, porque el Santo Doctor quiere un poder gerárquico superior que presida, y la multiplicidad porque desea diferentes principantes secundum virtutem, los cuales sean escogidos entre el pueblo.

    Toda esta sección del libro, que forma la primera cuarta parte de este, va enderezada á exponer el que el autor denomina valor ético del Regionalismo catalán, esto es, su justificación en el orden de la moral social y política. No constituye un tratado científico y sistemático del regionalismo, pendant del que desde los bancos de la izquierda desarrolló Almirall en su notable estudio sobre Lo catalanisme. Hay, con todo, los puntos de vista fundamentales de la doctrina, apuntados al pasar en una serie de capítulos en que se van estudiando los diversas órdenes en que han de operar la tendencia y la propaganda regionalistas, y los frutos de bendición que en cada uno de dichos órdenes produciría su fomento.

    Hasta aquí la parte propiamente doctrinal del libro. Viene luego la parte crítica, de la cual es aquella tan solo á manera de introducción ó prólogo. Esa parte crítica es la realmente digna de ponderación. Estudia el autor en 500 páginas y pico — y aun resultan pocas — el que denomina valor racional de la tradición catalana, para lo cual expone, analiza y juzga las fases culminantes del pensamiento catalán en la historia de las ideas. Resumiré mi impresión acerca de este estudio diciendo que en algunos de sus capítulos recuerda por la penetración y el caudal erudito de la análisis á Menendez Pelayo. No es artista y exegeta á la vez, como este; no tiene su arranque literario, ni estudia con el corazón y la cabeza como el maestro santanderino. Cíñese adredes á la consideración del pensamiento, al estudio del que llamé antes spiritus intus. Pero en el escudriñar de este ahonda y sabe desentrañar los rasgos culminantes y reproducir la fisonomía interna.

    ¿Existió, como afirma el Rdo. Torras,un pensamiento, una tradición intelectual catalana?

    Claro que no, si por ello se entiende una creación hecha de una pieza, una idea madre inicial, propia, en la cual hayan venido labrando luego de siglo en siglo sucesivas series de pensadores, y creando un cuerpo de doctrina característico y diferencial. Sería harta ambición pretender esto. Pero es innegable que las condiciones peculiares de nuestro temperamento intelectual hubieron de producir una que pudiera llamarse modalidad regional en el desarrollo del pensamiento.

    ¿Es esta modalidad suficientemente característica y enérgica para que la corriente por ella enderezada y encauzada se destaque y singularice y no se confunda su cauce en la perspectiva de la historia general del pensamiento, con el ancho surco que la masa de aquel va abriendo?

    El libro del Rdo. Torras no deja bien contestada la pregunta más que una vez. Ramón Llull funda realmente una escuela, escuela que trasciende y dura al través de los siglos con vida genuina. Pero aun la contestación es deficiente, para ser completa hubiérase requerido no concretarse á la exposición del pensamiento del poeta-filósofo mallorquín, y á algunas notas incidentales acerca de su influencia posterior. Hubiera debido entrar de lleno en la historia de la escuela luliana, de sus luchas y victorias y derrotas, condenada cuasi por herética en ocasiones por el inquisidor Eymerich, ensalzada en otras hasta la beatifición en la persona de su fundador y símbolo.

    Esta lucha se entrevé incidentalmente más no se vé. Oyese tal cual detonación suelta, más no el fragor del combate. Y cuenta que la historia de esta lucha hubiera podido y debido entrar en el plan general del autor, porque tal vez daba pie á que nos esplicase el antagonismo doctrinal y aun político-social que existió en Cataluña, entre las órdenes dominicana y franciscana. De este antagonismo hay notas sueltas, tiradas al pasar, en el libro del Rdo. Torras, que demandan una ampliación.

    Este es el inconveniente del libro. Sabe á poco apesar de sus 500 páginas de historia crítica. Sabe á poco porque la materia es interesante. Sabe á poco porque acá y acullá se abren perspectivas que excitan el apetito intelectual del lector sin satisfacérselo mas que á medias.

    Para la historia del pensamiento sucesivo de un grupo social cualquiera, tan y mas importante que la de sus grandes atletas lo es la del montón de medianías. La ola que sube y destaca la línea de su cresta tiene su estribo y aguante en la masa de agua que detrás de ella esconde su ondulante curva. Los grupos pequeños del grupo general sienten y muestran, más todavía que los pensadores escepcionales y de alto y propio vuelo, las influencias pequeñas del medio científico y social en que viven y se han formado, de las cuales se alejan á un aletazo de su genio las inteligencias que traen un impulso inicial propio y prepotente.

    Así, en el libro de que tratamos, obsérvanse los esfuerzos, no siempre triunfantes, que ha de hacer su autor para sujetar á escritores por ejemplo, como Ramón Llull y como Luís Vives, al común denominador del pensamiento regional. A cada paso se le escurren por entre las mallas de su crítica cerrada, y echan á volar sueltos y sin ataduras por los espacios de la individualidad independiente. Tan es así que, exagerando y acaricaturando su libro, cupiera á veces decir que demuestra en varias ocasiones precisamente lo contrario á lo que el autor se propone, pues queriendo justificar la existencia de un pensamiento nacional lo que consigue, mas que otra cosa, es demostrar que hemos tenido cuatro ó cinco grandes hombres de la inteligencia que se han creado un pensamiento propio é independiente. Faros luminosos que con luz no prestada brillan en el cielo nuboso de nuestra historia intelectual.