Año: 1892

  • Ejecutado el infanticidio Isidro Mompart y Prats

    El reio Isidro Mompart y Prats

    El crímen que espiró en el patíbulo el sábado último en la ciudad de Barcelona Isidro Mompart, lo cometió el juéves 31 de julio de 1890 en una casa cercana á la fábrica de estampados de D. Mateo Torelló, entre las carreteras de San Andrés y de Mataró. Habítaban en aquella casa los esposos Félix y Rosa Serrat con una niña de cinco años, un niño de pocos meses, hijos suyos, y una muchacha llamada Teresa, hija de un hortelano vecino, á la que tenían los citados esposos en calidad de niñera para cuidar del niño, que estaba algo enfermo.

    La esposa Rosa salió á las cinco y media [de la mañana] para la compra y Félix Serrat al poco rato para sus quehaceres en la fábrica contigua. Quedaron en casa la criadita Teresa, la niña de cinco años, llamada Cármen, y el niño.

    Al llegar Rosa de la compra presentóse á sus ojos el espectáculo mas desgarrador: su hija y la criada yacían en un charco de sangre.

    El autor de los asesinatos era Isidro Mompart, á quien tentó la codidia. Supo que la mujer de Serrat había cobrado cierta cantidad, procedente de una herencia, y á las seis de la mañana se introdujo en la casa para robar el dinero, que no pudo encontrar.

    Al advertir las niñas la presencia de Mompart, supónese que tratarían de pedir ausilio, y para no ser descubierto, el criminal mató á aquellas indefensas criaturas, escapando luego. Mompart se llevó dos relojes de plata y 87 pesetas 50 céntimos.

    Mompart, antes de los dos asesinatos, había forzado á una mujer, robándole algunas pesetas.

    La sentencia

    A los ocho de la mañana del viernes se constituyó en la cárcel el Tribunal formado por el presidente de la sección primera, dos magistrados y el fiscal de S. M., ha notificar al reo la sentencia. Una vez leida, fué presentada al reo para que la firmara y éste dijo que no sabía leer ni escribir, y habiéndole indicado que designara á uno de los presente para que en nombre suyo la firmara, manifestó que no quería designar á nadie. Entonces el señor presidente requirió á dos de las personas presentes para que como testigos la firmaran, como así se hizo.

    En la capilla

    Acto seguido se introdujo al reo en la capilla y se retiró el Tribunal. Mompart quedó tranquilo en la apariencia, con mucha agitación nerviosa, abatido y llorando, negándose á tomar ninguna clases de alimento consolándole el Padre Capellán de la Cárcel y los Hermanos de la Paz y Caridad.

    Después de las nueve se confesó con uno de los sacerdotes que le asistían. Mientras estaba confesándose, llegó su desconsolada madre, y pueden figurarse nuestros lectores la desgarradora escena que presenciaron las personas que se hallaban en la capilla. Entre ellas estaba el Sr Juez instructor de la causa, á quien pidió la desconsolada madre le permitiese estar al lado de su hijo mientras éste permaneciese en la capilla. El juez le manifestó que esto no podía consentirlo en beneficio suyo y de su hijo, pues este necesitaba estar todo lo tranquilo y retirado posible, á fin de prepararse para un trance tan terrible como el de la muerte.

    Al mediodía, visitaron al reo el señor Gobernador de la provincia, el presidente de la Audiencia y algunos sacerdotes quienes le prodigaron palabras de consuelo.

    Por la tarde volvió á visitarlo su madre, acompañado de un hermano suyo. Poco después se presentó una comisión de la Cofradía de los Desamparados é inscribió su nombre y apellidos en el libro de la Cofradía, haciendo presente al reo que lo que se había recaudado por las calles de Barcelona, debía dividirse en dos partes: una para sufragar los gastos que ocurrieran, y la que resta á su disposición por lo iría un notario para extender el testamento que quisiera hacer, disponiendo de la parte que le correspondía.

    A poco rato visitó al reo Mompart el Juzgado de instrucción para tomar declaración al reo, quien hizo revelaciones referentes al atentado contra una mujer sexagenaria. La declaración fué bastante larga. Tambien se presentó la Junta de la Paz y Caridad con un notario, ante quien hizo el reo testamento, nombrando herederos por partes á su madre y hermano.

    Isidro Mompart no reveló nada que no constase ya en el sumario de la causa que se formó.

    La ejecución

    A las siete de la mañana la campana mayor de la iglesia parroquial de Santa María del Pino anunció al vecindario que se ponía de manifiesto el Santísimo Sacramento, y la Congregación de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo se dirigió á la cárcel para acompañar al reo Isidro Mompart al sitio de la ejecución de la sentencia.

    A las ocho en punto salió el reo de la capilla, acompañado del Padre capellán de la cárcel, de los PP. Goberna y Maresma, de la Compañía de Jesus, del Dr. Almonacid, del Rdo. Tirelles y de los Hermanos de la Paz y Caridad. Salió por la puerta del patio de la Garduña al de los Cordeleros, donde se hallaba formado el cuadro y se había levantado el cadalso.

    Ausiliado por los sacerdotes subió al tablado, y al poco rato había dado cuenta á Dios de sus actos. Cuando el verdugo le descubrió la cara, el Padre Goberna visiblemente afectado, dirigió su autorizada voz á la concurrencia que llenaba el espacioso patio.

    Terminada la ejecución, se retiraron las fuerzas militares, quedando únicamente alguna fuerza de guardia civil y municipales para custodiar el cadáver que quedó en el patíbulo hasta una hora antes de la puesta del sol.

    A pesar de la mucha gente que se reunió en los alrededores del sitio de la ejecución, no se alteró en lo más mínimo el órden. Cumpliendo las órdenes dictadas para estos casos, los agentes de la autoridad no permitieron allí puestos de bebidas ni otros análogos.

    ***

    El reo Isidro Mompart y Prats tenía 22 años de edad, era de estatura regular, llevaba afeitado el rostro y el pelo largo. Era hijo de Canovellas, cerca de la ermita de Nuestra Señora de Belulla, inmediata á Granollers.

    Dios de haya apiadado del alma del ajusticiado.

    ***

    La última ejecución de la pena de muerte verificada en Barcelona fué el 9 de junio de 1875, en el solar en el cual se halla hoy el Mercado de San Antonio y en las personas de Victoriano Ubierna, soldado de ingenieros, y Gregoria Foix, criada que era de la casa de un esterero de la calle de Conde del Asalto y al que degollaron y destrozaron.

  • Aprobación en Manresa de «Projecte de bases pera la constitució regional catalana»

    La colaboración entre la Lliga y diferentes grupos comarcales catalanistas se concretó en la fundación en marzo de 1891 de la Unió Catalanista que pretendía agrupar a todas estas entidades. En sus estatutos fundacionales se establecía que cada año debía reunirse su asamblea general de delegados, uno de sus órganos dirigentes, en una ciudad distinta de Cataluña.

    La Unió Catalanista nombró, en el mismo momento de su constitución, marzo de 1891, una comisión integrada por diversas personalidades del catalanismo para que redactara un “Projecte de bases pera la constitució regional catalana”.

    El proceso de redacción fue complejo y no se completó hasta 1892. Los autores del proyecto son muchos entre los que sobresalen el presidente de la junta permanente de la Unió, Doménech i Montaner, el secretario de la misma, Enric Prat de la Riba y el jurista y catedrático de la Universidad de Barcelona, Joan Josep Permanyer. Así Prat de la Riba, a la sazón estudiante de Derecho y miembro del Centre Escolar catalanista, presentó un proyecto que fue rechazado por Permanyer. Concluido, después de amplios debates, el proceso de redacción del proyecto se acordó que se celebraría en al ciudad de Manresa “on ja tantes vegades s’ha iniciat la restauració de Catalunya” la Asamblea de delegados de la Unió para proceder a su discusión y aprobación los días 25, 26 y 27 de marzo de 1892.

    Se escogieron más de doscientos delegados, entre ellos se encuentran la práctica totalidad de los dirigentes de la Lliga de Catalunya y sociedades afines y, por otra parte, muchas personalidades de diferentes profesiones que no tuvieron ninguna participación activa en la Unió Catalanista y ni siquiera acudieron a las Asambleas para las cuales se les había nombrado ya que sólo quisieron apoyar nominalmente al movimiento sin comprometerse de forma activa.

    La mesa presidencial de la Asamblea estaba compuesta, entre otros, por el presidente, Lluís Doménech i Montaner, y el secretario Enric Prat de la Riba. Las sesiones se desarrollaron en el ayuntamiento de Manresa.

    El presidente inauguró las sesiones con un discurso en el que manifestaba que las Bases que se iban a discutir no se trataban de una Constitución ni de un programa definitivamente cerrado, sino de motivos de meditación y de principios no desarrollados por completo. Después se procedió a discutir cada Base pero no se produjo un debate muy intenso y fueron aprobadas sin modificaciones sustanciales.

    Sus criterios ideológicos esenciales son los propios del nacionalismo conservador. Es continuador del espíritu del «Missatje a la Reina Regent» entregada a ésta, como ya se ha explicado, con ocasión de la Exposición Universal de 1888.

    El texto aprobado está compuesto por diecisiete bases que tratan, la primera, de las atribuciones del Poder central, y el resto de las del Poder regional.

    En cuanto a la organización de este Poder central se establece la separación de las funciones legislativa, ejecutiva y judicial. El poder legislativo central radicará en el “Rey ò Cap d’Estat” y en una Asamblea compuesta de representantes de las regiones, atribuyendo a cada una de éstas la competencia, esencial, de determinar el modo de su elección. El número de representantes será proporcional al de habitantes y a la tributación. En cuanto al poder ejecutivo no se especifica quién lo presidirá. Las competencias del Poder central son las relaciones internacionales, aranceles, presupuestos etc..

    En cuanto al “Poder regional”, que ocupa casi todas las Bases, se hace referencia a la oficialidad exclusiva del catalán, la división territorial debe realizarse sobre la base de las comarcas y municipios por lo que las provincias desaparecen. Se reclama la restauración de las antiguas Cortes, en referencia a la situación anterior a los Decretos de Nueva Planta, y plena competencia legislativa para las mismas. Se elegirán por criterios corporativos. También se prevé la creación una organización de justicia propia para Cataluña; competencias en materia de seguridad etc…

    Las Bases no tuvieron trascendencia práctica pero fueron consideradas un hito en la fundación del catalanismo político culminando el proceso iniciado con el “Memorial de Greuges” de 1885 y consagraron el predominio de la tendencia conservadora dentro del catalanismo.

  • Devastadora crítica en La Vanguardia de La Tradició Catalana

    Un libro notable

    La tradició catalana.—Estudi del valor étich y racional del regionalisme cátala per Joseph Torras y Bages, Prevere. Barcelona, 1892. (Un tomo de 725 páginas).

    La Tradició catalana es un libro serio, fruto de estudios detenidos y que merece ser leido y digerido con atención. Amigos y adversarios del criterio del autor han de deleitarse con su lectura, á poco que sean capaces de apreciar la sinceridad de convicciones que late en todas sus páginas. Podrá el punto de vista parecer estrecho y cerrado, podrá no comulgarse en los ideales del autor ni creer, aun dentro de la dirección regionalista, que esta haya de encaminarse por el sendero rigurosamente acotado que el autor le traza; pero todos, convencidos ó no, habrán de admirar la entereza con que lo traza yacota, y el caudal de doctrina que sirve de base y fundamento á la traza y acotación.

    Porque no es libro, á pesar de ser principalmente de crítica é historia de filósofos catalanes antiguos, obra de mera erudición y especulación. El autor persigue otro fin más trascendente. Propónese en el estudio del pensamiento catalán al través de la historia tanto y más que mostrar la existencia de este y caracterizarle y diferenciarle, buscar en esta caracterización y diferenciación la legitimidad del regionalismo, y probar que este debe huir de novedades y audacias de aprioristas, y ser la continuación de la interrumpida historia interna de la patria.

    Enhorabuena se deleiten poetas y artistas, dice el reverendo Torras, en la contemplación estética de lo pasado material. No por ello ha de volver Instituciones, formas sociales, costumbres, trajes, escuelas literarias ó artísticas, todo esto es deleznable y perecedero. Pero estas formas esternas, fenómenos de exteriorización histórica, tienen una sustancia interna, un spiritus intus que no caduca ni perece. Este spiritus intus es el que el autor indaga y encomia. Esta la tradición que el quiere hacer revivir, una tradición que, según frase del reverendo Torras, no es la vieja decrépita y arrugada que imaginan los artistas, sino poderosa matrona que de su propia savia se nutre y redivive, y con el jugo de sus pechos alimenta á los pueblos que á su regazo se acogen.

    Para el reverendo Torras la tradición catalana es la religiosa, la católica, y más concretamente todavía en el orden humano y científico, la tradición tomística.

    Afilíase el reverendo Torras á esa pléyade de escritores eclesiásticos que ha hecho surgir la voz de León XIII, y que siguiendo la huella del actual Pontífice, tratan de crear, ó reavivar por lo menos, una literatura, una historia, una ciencia, hasta una política, en el sentido más elevado de la palabra, que sin dejar de ser profunda y sustancialmente católicas seamolden, sin embargo, á las tendencias espansivas de la época actual y atraigan otra vez, al seno de la Iglesia por un lado las multitudes y por otro las inteligencias. Fructífera ó no la empresa, se recordará siempre como una de las tentativas más nobles y elevadas de la Iglesia y como uno de los episodios más simpáticos de la historia religiosa en el presente siglo.

    Tan de lleno entra el Rdo. Torras en la dirección iniciada por el sabio León XIII que en la autoridad de este se apoyapara defender la tesis de su regionalismo. En la encíclica Libertas establece el Pontífice como base y raíz de la libertad política y civil el robustecimiento de la vida municipal, base y raíz á la vez para el Rdo. Torras, como para la gran mayoría de los regionalistas, del régimen por estos patrocinado. Y en ello sigue León XIII, conforme viene á recordar el Rdo. Torras, la tradición tomística. En esta fue á metodizarse y constituir cuerpo de doctrina científica toda la doctrina aplicada é histórica de la Edad media. De Santo Tomás es aquel texto fundamental de las creencias regionalistas:

    porque amamos más á los que están unidos con nosotros por la identidad de origen, el hábito del trato y otras concordancias por el estilo que á los que solo lo están por el vínculo de la asociación humana.

    Y el Rdo.Torras no vacila en afirmar que

    es indudable que en la doctrina tomística se encuentra la sustancia del régimen regionalista, en cuanto es la armonía entre la unidad y la multiplicidad; la unidad, porque el Santo Doctor quiere un poder gerárquico superior que presida, y la multiplicidad porque desea diferentes principantes secundum virtutem, los cuales sean escogidos entre el pueblo.

    Toda esta sección del libro, que forma la primera cuarta parte de este, va enderezada á exponer el que el autor denomina valor ético del Regionalismo catalán, esto es, su justificación en el orden de la moral social y política. No constituye un tratado científico y sistemático del regionalismo, pendant del que desde los bancos de la izquierda desarrolló Almirall en su notable estudio sobre Lo catalanisme. Hay, con todo, los puntos de vista fundamentales de la doctrina, apuntados al pasar en una serie de capítulos en que se van estudiando los diversas órdenes en que han de operar la tendencia y la propaganda regionalistas, y los frutos de bendición que en cada uno de dichos órdenes produciría su fomento.

    Hasta aquí la parte propiamente doctrinal del libro. Viene luego la parte crítica, de la cual es aquella tan solo á manera de introducción ó prólogo. Esa parte crítica es la realmente digna de ponderación. Estudia el autor en 500 páginas y pico — y aun resultan pocas — el que denomina valor racional de la tradición catalana, para lo cual expone, analiza y juzga las fases culminantes del pensamiento catalán en la historia de las ideas. Resumiré mi impresión acerca de este estudio diciendo que en algunos de sus capítulos recuerda por la penetración y el caudal erudito de la análisis á Menendez Pelayo. No es artista y exegeta á la vez, como este; no tiene su arranque literario, ni estudia con el corazón y la cabeza como el maestro santanderino. Cíñese adredes á la consideración del pensamiento, al estudio del que llamé antes spiritus intus. Pero en el escudriñar de este ahonda y sabe desentrañar los rasgos culminantes y reproducir la fisonomía interna.

    ¿Existió, como afirma el Rdo. Torras,un pensamiento, una tradición intelectual catalana?

    Claro que no, si por ello se entiende una creación hecha de una pieza, una idea madre inicial, propia, en la cual hayan venido labrando luego de siglo en siglo sucesivas series de pensadores, y creando un cuerpo de doctrina característico y diferencial. Sería harta ambición pretender esto. Pero es innegable que las condiciones peculiares de nuestro temperamento intelectual hubieron de producir una que pudiera llamarse modalidad regional en el desarrollo del pensamiento.

    ¿Es esta modalidad suficientemente característica y enérgica para que la corriente por ella enderezada y encauzada se destaque y singularice y no se confunda su cauce en la perspectiva de la historia general del pensamiento, con el ancho surco que la masa de aquel va abriendo?

    El libro del Rdo. Torras no deja bien contestada la pregunta más que una vez. Ramón Llull funda realmente una escuela, escuela que trasciende y dura al través de los siglos con vida genuina. Pero aun la contestación es deficiente, para ser completa hubiérase requerido no concretarse á la exposición del pensamiento del poeta-filósofo mallorquín, y á algunas notas incidentales acerca de su influencia posterior. Hubiera debido entrar de lleno en la historia de la escuela luliana, de sus luchas y victorias y derrotas, condenada cuasi por herética en ocasiones por el inquisidor Eymerich, ensalzada en otras hasta la beatifición en la persona de su fundador y símbolo.

    Esta lucha se entrevé incidentalmente más no se vé. Oyese tal cual detonación suelta, más no el fragor del combate. Y cuenta que la historia de esta lucha hubiera podido y debido entrar en el plan general del autor, porque tal vez daba pie á que nos esplicase el antagonismo doctrinal y aun político-social que existió en Cataluña, entre las órdenes dominicana y franciscana. De este antagonismo hay notas sueltas, tiradas al pasar, en el libro del Rdo. Torras, que demandan una ampliación.

    Este es el inconveniente del libro. Sabe á poco apesar de sus 500 páginas de historia crítica. Sabe á poco porque la materia es interesante. Sabe á poco porque acá y acullá se abren perspectivas que excitan el apetito intelectual del lector sin satisfacérselo mas que á medias.

    Para la historia del pensamiento sucesivo de un grupo social cualquiera, tan y mas importante que la de sus grandes atletas lo es la del montón de medianías. La ola que sube y destaca la línea de su cresta tiene su estribo y aguante en la masa de agua que detrás de ella esconde su ondulante curva. Los grupos pequeños del grupo general sienten y muestran, más todavía que los pensadores escepcionales y de alto y propio vuelo, las influencias pequeñas del medio científico y social en que viven y se han formado, de las cuales se alejan á un aletazo de su genio las inteligencias que traen un impulso inicial propio y prepotente.

    Así, en el libro de que tratamos, obsérvanse los esfuerzos, no siempre triunfantes, que ha de hacer su autor para sujetar á escritores por ejemplo, como Ramón Llull y como Luís Vives, al común denominador del pensamiento regional. A cada paso se le escurren por entre las mallas de su crítica cerrada, y echan á volar sueltos y sin ataduras por los espacios de la individualidad independiente. Tan es así que, exagerando y acaricaturando su libro, cupiera á veces decir que demuestra en varias ocasiones precisamente lo contrario á lo que el autor se propone, pues queriendo justificar la existencia de un pensamiento nacional lo que consigue, mas que otra cosa, es demostrar que hemos tenido cuatro ó cinco grandes hombres de la inteligencia que se han creado un pensamiento propio é independiente. Faros luminosos que con luz no prestada brillan en el cielo nuboso de nuestra historia intelectual.