Año: 1853

  • Inauguración de los jardines del placer «los Campos Elíseos» entre las murallas y Gracia

    Leemos en el [ref331]:

    Todo Barcelona se trasladó el domingo á los Campos Elíseos, cuya inauguracion debia tener lugar.

    Ya tenemos otro jardin á las puertas de nuestra bella ciudad, ya tenemos otro sitio de solaz y de recreo á pocos pasos de nuestras vetustas y ciclopeas murallas, ya tenemos otro lazo de flores y de verdura, otra guirnalda de vegetacion que nos une con Gracia, la esbelta villa que no por haberse emancipado de nuestra tutela reconoce menos ni es menos adicta á nuestro poder.

    […]

    Desgraciadamente aun le faltan á los Campos Elíseos la brillante vestidura de la vejetacion y las galas del follaje, pero no tardará en tenerlas, amigas mias. Dejad que crezcan y se yergan ufanos esos árboles que solicitan el beso del sol primaveral como un niño ansía las caricias de su amorosa madre; dejad que esas acacias en flor muestren sus perfumados ramilletes; dejad que esas glaticias caprichosas estiendan sus ramas cargadas de bordadas hojas, que eso plátanos orgullosos balanceen su penacho al soplo halagador de la brisa matinal, que esos sauces lastimeros inclinen sobre las murmurantes aguas del estanque su desmayado follage; dejad que el suelo se alfombre de flores, que las enredaderas cubran las glorietas, que las yedras trepen por entre las gigantescas estátuas de los estanques, que los lirios asomen su casta frente por entre las aguas en que eternamente se bañan, y entonces los Campos Elíseos acabarán de ser el orgullo de los catalanes y la admiracion de los estranjeros.

    Pero volvamos á su inauguracion.

    […]

  • El obispo de Barcelona prohibe El Cura de Aldea, del valenciano Morón

    Cura de Aldea (El), novela publicada en el folletin del periódico de Madrid tit. El Trono y la Constitución, escrita por D. Fermin Gonzalo Moron.

  • Noticias portuguesas de una corrida de toros en la Barceloneta

    Perto d’alli se acha a plaza de toros, inalienavel de todas as cidades e povoaçoes d’alguma importancia na Hespanha. A de Barcelona é uma das maiores, e póde conter 10:000 espectadores.

    Na tarde de domingo 9 de outubro assisti a uma corrida de touros, pela quadrilha do afamado Cúchares. Entre os oito bois, havia dois portuguezes, chamados Morito e Gorrion, das manadas do Ribatejo do lavrador Raphael José da Cunha, e que a 200 legoas de distancia foram acabar as maos dos capinhas Manolo e Curro.

    Para se fazer idea do interesse e da minuciosidade com que se descrevem estes espectaculos na imprensa hespanhola, transcreverei o seguinte trecho da descripçao d’esta toirada, que publicou o Diario de Barcelona de 11 de outubro de 1853.

    «Morito se llamaba el tercer toro. Era de Lisboa, ganaderia de Acuña, y tremolaba su hermosa divisa celeste. Era tambien negro, cornigacho, astiroto del izquierdo, de libras, de cabeza, fiero y voluntario. Morito que, como digo, era mas negro que un moro y de alma mas negra que su pelo, tomó una vara de Pinto, y le mató un injerto de caballo que montaba, siete del Naranjero, que estuvo mui bien en ciertas ocasiones, dos de Calderon, cada una de las cuales le custó un tumbo y un jaco muerto, cuatro de Castañita con un rocin despachado, y cinco del famoso Barillas, que midió dos veces el suelo con sus costillas y perdió un camello, Morito, rencoroso como un moro cuando se halla entre cristianos, se revolvia con un afan y un celo, y se arrojaba á hombres y á capas de un modo que no parecia sino cumplir un secreto voto de venganza. Tres veces saltó la valla, con la misma facilidad con que se infringe tres veces una ley. Los muchachos le parearon con destreza, adornándole con dos pares y medio de colgajos, y el Morito, que se habia hecho de mas sentido que un vigilante de puertas, fué á morir á los pies de Curro, de una corta y de otra de recurso baja á paso de banderillas.

    «Portugués era tambien, de la misma ganaderia de Acuña, el toro que salió en seguida. Se llamaba Gorrion, y era negro, liston, cornialto y astinegro. Salió jugueton y revoltoso como un trabajador en dia de fiesta, disposto á hacer mas calaveradas que baches tiene, el empedrado de ciertas calles. Se mostró desde un principio blando al hierro, y aunque fue siempe voluntario, no recargó jamás. Barillas le puso cuatro puyas, y ¡cosa particular! no se cayó una vez sola; Castañita otras cuatro, y Calderon cinco con un marronazo. Minuto y Muñiz pusiéronle entre los dos tres pares, y Manolo le tendió de un mete y saca primero, y luego de un volapié.»

  • Queda inaugurada la calle de la Princesa

    El 19 de noviembre de 1853 había tenido lugar la inauguración de la nueva y ancha calle de la Princesa, continuación de la gran arteria que formaban las calles de Jaime I y Fernando…