Mes: septiembre 1843

  • Prim escapa de linchamiento por la Junta Central; más recuerdos de la Jamancia

    No satisfacían á la Junta de Barcelona los propósitos del Gobierno de Madrid. Querían Junta Central á todo trance, según la promesa de Serrano. Negáronse á todo concierto, y nada fué capaz de torcer su intento: ni el anuncio de que se convocarían nuevas Cortes, ni el de que se propondría en ellas la declaración de mayor edad de la Reina, ni el nombramiento de Prim para el cargo de Gobernador militar de Barcelona. Creyóse este nombramiento simpático para los catalanes; pero en seguida se le pusieron en frente á Prim el batallón de la Blusa y los Voluntarios, por más que trató de reducirlos á la obediencia, arengándoles en la esplanada de Atarazanas. Fuí testigo de aquella escena desde la Muralla del mar. Eran las cinco de la tarde del I.º de Setiembre. Los batallones estaban formados en masa, dando frente al sitio donde nos hallábamos los espectadores. No se oía ni una mosca. Prim, recién ascendido á brigadier, se presentó con uniforme de diario; levita cerrada, entorchaditos de plata y bastón de mando. Da un par de vueltas entre filas, y se encara con los Voluntarios. Estaba pálido, convulso, pero sereno, firme la mirada. De repente levanta el bastón en alto y dice con voz solemne: ¡Voluntarios! ¡la Patria peligra! No pudimos oír más. Se armó un gran estrépito; las filas se rompieron, las culatas hirieron el suelo, los cañones de los fusiles brillaron movidos en varas direcciones. Temimos una descarga, que por fortuna no vino. La muralla quedó despejada y Prim desapareció de nuestra vista. Supe después que á duras penas había conseguido, á favor del tumulto, salir de Atarazanas para trasladarse á la Ciudadela con las demás Autoridades que de Madrid dependían. Desde aquel punto la Ciudad quedó abandonada á la Junta, que se renovó con elementos más acentuados.

    Ensoberbecidos con aquel triunfo, lograron afirmar su dominación los de la Junta, y entonces empezó para Barcelona aquel desastrado período de desdichas y anarquía que duró hasta últimos de Noviembre de 1843: bien cerca de tres meses.

    Las dos terceras partes de la población emigraron en el acto. Nosotros tuvimos que aguantar la mecha por bastante tiempo, durante cincuenta y cuatro días. Fué en un principio para arreglar algunos asuntos; después porque mi Madre cayó enferma, postrada por una dolencia, efecto de tanto disgusto, de tanto sobresalto, que acabaron por quebrantar su espíritu y su cuerpo. De los cincuenta y cuatro días, ni uno solo pasó sin que oyésemos un vivo cañoneo desde el alba hasta anochecer, ni uno solo en que no llevaran por mi calle docenas de camillas con muertos y heridos. Pero algunos se señalaron más especialmente por el estrago y las matanzas. Tales fueron el 7 de Octubre, en que los sublevados intentaron tomar la Ciudadela, y tales, sin interrupción, desde el 20 al 24 del propio mes, cuando todos los Fuertes ocupados por tropas del Gobierno vomitaron á porfía sobre la plaza bombas, granadas y metralla. Entonces las parihuelas no pasaban por docenas, sino á centenares.

    Había que tomar un partido para matar el tiempo, y ese fué salir todas las tardes á brujulear un rato por las cales; acompañábame mi Padre ó un amigo, el cónsul de Prusia, joven alemán muy instruído, que chapurreaba el castellano, y cada vez que silbaba una bala de cañón, decía, dando una patada en el suelo: es un silbido infame. En estos paseos nos arriesgábamos bastante, porque ya nos íbamos acostumbrando al peligro y no nos dejábamos vencer del miedo. Un día, pasito á paso, fuimos llegando hasta un camino cubierto que habían practicado los insurgentes en la primera rampa de la Muralla del mar. En el momento de pasar nosotros, un proyectil de la Ciudadela vino á derribar parte del muro de contención, sepultando entre la ruinas á un joven de la Blusa, que estaba de centinela. Sólo un pie quedó fuera. Lastimados de este espectáculo nos retiramos; pero otro día diónos la humorada de deslizarnos por los Cambios, hasta las callejuelas contiguas á la plaza de San Sebastián; allí las tropas, desde el Muelle viejo, se tiroteaban con los Voluntarios colocados en las ventanas. En cada bocacalle había un pelotón dispuesto á hacer fuego. No me explico cómo pudimos librarnos de un balazo, y aun tuvimos la santa calma de pararnos en una esquina para preguntarle á un arrapiezo de fusil y canana si tenía miedo. Naturalmente, de estas cosas no chistábamos palabra á mi Madre, que, á saberlo, hubiera salido á disgusto. Pero, ¿qué había que hacer? ¡Es tan aburrido vivir en una plaza sitiada!

    En honor de la verdad, tales calaveradas se repitieron pocas veces. Lo más común era sentarnos en alguna tienda, de nuestra calle ´de las vecinas, y esperar el desfile de las camillas, por si había alguien á socorrer en el barrio. Si queríamos estirar las piernas, avanzábamos hasta la Rambla, en traje de toda confianza, zapatillas, bata y creo que en mangas de camisa, porque, á la verdad, la sociedad que habíamos de encontrar, sin distinción de aliados y enemigos, no exigía mayores etiquetas. La Ciudad desierta; únicamente, y á todas horas, circulaba patrullas, retenes ó pelotones sueltos de ciudadanos de la Blusa, con aire matón, torva mirada y caras de vinagre. Habían tomado estas fuerzas el nombre de Camancios ó de la Jamancia, según dicen, del verbo jamar, que equivale á comer, en germanía. Sobre la blusa azul, que era la prenda reglamentaria, Jefes y Oficiales ostentaban los distintivos é insignias militares. Los rasos usaban fusil, ó carabina ó trabuco, y en el cinto la canana, un par de pistolas y un puñal bien afilado. Pantalón gris, dejando al desnudo media pierna; alpargatas, gorro encarnado con borla negra, y casi todos barba Luchana, ó sea bigote caído y unido á la perilla. Burlábanse de los proyectiles, haciendo diario alarde de arrancar las espoletas. En el Fuerte del Mediodía y en el ataque de la Ciudadela se acreditaron de valerosos hasta la temeridad y, en ciertos momentos, hasta el heroismo. A modo de condecoración, muchos de ellos lucían en el pecho una paella ó sartencíta de plomo, que correspondía á su terrible grito de guerra: madurs á la paella moderados á la sartén). Era el trágala ó el ça ira de aquellos alborotadores. También cantaban himons patrióticos de su invención. El más popular era el que terminaba con el siguiente estribillo:

    Chim, chim, chim,
    Viva la Junta, viva la Junta;
    Chim, chim, chim,
    Viva la Junta y morí en Prim.

    Yo, que estaba leyendo entonces, con más interés que nunca, la historia de la Revolución francesa, encontraba en aquellas escenas algo como una pequeña reproducción de la época del Terror, afortunadamente sin la guillotina. Algunos furiosos corrían sueltos por las calles, blandiendo enormes sables y dando á discreción vivas y mueras; y entre ellos se distinguía un localis que campeaba de valiente y se cosió en las mangas los galones de teniente coronel, no sé si dados por la Junta ó improvisados á capricho. Holgábame yo mucho con hacerle charlar, y cualquiera que me hubiese visto mano á mano con tan extraño personaje, creyera de fijo que me estaba ensayando en el oficio de descamisado, para el cual, y Dios me lo perdone, me he sentido siempre con poquísima vocación, apesar de mis ideas avanzadas.

    Entre tantas miserias, lo que más de cerca nos afligía era la escasez de víveres. Pagábamos 30 reales por una gallina; la vaca y la ternera andaban por las nubes; el vino lo acaparaban los de la Blusa. Estábamos á ración de pan, porque no había provisión de harinas.

  • La Jamancia: Barcelona es tomada por los rebeldes

    [La Jamáncia]

    (Sábado).

    Serian las dos y media de la madrugada cuando ha entrado en esta Ciudad el batallon 3.° de Francos fuerte de unos 300 hombres con su comandante D. Francisco Riera, y que ocupaba hacia algunos dias el vecino pueblo de Sans, dirigiéndose inmediatamente á la plaza de la Constitucion donde se ha parapetado con fuertes barricadas, asestando cañones á cada una de las principales calles que desembocan en ella y prohibiendo el paso á toda clase de personas.

    Sabido al momento por el conde de Reus todo lo que en la ciudad ocurría mandó á buscar inmediatamente su compañía de Guias, dándoles orden para que fuesen á apoderarse de la casa Lonja, como en efecto lo verificaron.

    A eso de las siete de la mañana el Sr. gefe político D. Joaquín Maximiliano Gibert, ofició al Ayuntamiento para que pasase desde luego con todas sus dependencias á celebrar sus sesiones en el salon de la Junta de Comercio en el citado edificio, mas este creyéndose expuesto en aquel local se reunió en el de la Alcaldía sita en el ex-convento de Trinitarios en la calle de Fernando VII. En su consecuencia y en vista de haberse retirado las autoridades populares, el Sr. Gibert de acuerdo con el Capitan General, mandó al Sr. Prim que hiciese retirar su compañía de guias, verificándolo con ellos el citado Capitan General con la demas fuerza de la plaza que estaba á las órdenes del conde de Reus, desocupando al propio tiempo el real palacio y cerrando todas sus puertas.

    A medio día los de la Blusa y parte de los francos de Riera estaban ya posesionados en dicha casa Lonja, puerta del Mar y palacio.

    A las cinco de la tarde salieron de la ciudadela los Sres. Prim y Milans acompañados de su estado mayor, dirigiéndose por el Paseo de S. Juan y Puerta nueva al barrio de Gracia, para conferenciar, segun se dijo, con los gefes de los dos batallones de la Constitucion, que habian llegado á dicho punto, regresando juntos á la Ciudadela por la puerta del Socorro.

  • La Jamancia: instalación de la Junta Suprema, huida de refugiados

    (Domingo).

    Pasóse toda la mañana en espectacion y sin que se rompiesen las hostilidades.

    Á las cinco de la tarde llegó el vapor Mallorquín que habia salido el dia antes con uno de los hermanos Milans á buscar tropa de refuerzo en Tarragona. Al instante salieron los de la Blusa capitaneados por Castells y Torras y Riera, dirigiéndose hacia la Barceloneta á fin de impedir el desembarque ó hacer prisioneras las compañías que venian en el citado vapor.

    En vista de esto la Ciudadela disparó algunos metrallazos contra los Centralistas ó jamancios, enviando algunas partidas, entre ellas los guias de Prim para que se apoderasen del fuerte de la Linterna á fin de proteger el desembarque de la tropa; operaciones que lograron aquellos llevar á cabo con su acostumbrado arrojo y apesar de la obstinada resistencia que por parte de los Jamancios se les opuso y á quienes costó la pérdida de algunos hombres. Apesar de todo no pudiendo el vapor Mallorquín verificar el desembarque que intentaba por el vivo fuego que se le hacia tanto desde el muelle, como desde la muralla del mar y atarazanas, tuvo que salir y poner la gente en tierra mas allá del fuerte de D. Cárlos, apoyado por el vivo fuego de la tropa que se habia apoderado de parte del muelle, y el de cañon de la Ciudadela.

    A las seis de esta misma tarde se instaló por sí misma una Junta suprema compuesta de las personas siguientes: D. Antonio Baiges, presidente; D. José María Bosch, D. Vicente Soler, D. Rafael Degollada, D. José Vergés, D. José Massanet, D. Juan Castells, D. Agustin Reverter, y D. José María Montañá, secretario.

    A poco de constituida esta Junta, que si tituló Provisional, se dirigió á los habitantes de esta Provincia, invitándoles á que permaneciesen fieles á la bandera enarbolada y haciéndoles esperar que los demás pueblos secundarían su alzamiento, remitiendo igual invitacion á los ayuntamientos, por medio del siguiente oficio.

    La adjunta proclama enterará á V. de la constitucion de esta Junta y el lema que ha enarbola do al solo objeto de salvar la Constitucion repeti das veces infringida por el gobierno de Madrid; gobierno que ha desoído las justas y repetidas peticiones de varias provincias para la reunion de la Junta Central, condicion sin la que no puede apellidarse tal gobierno.

    Para conseguir el fin indicado ha contado esta Junta con la cooperacion de V., Municipalidad y M. N. de esa, esperando que al recibo de la presente, consultará la opinion del Cabildo y fuerza física y procederá al nombramiento de una Junta provisional de partido ausiliar de esta, que luego de pasados los primeros momentos ya se nombrará con toda la latitud posible, y se procederá luego al nombramiento de la efectiva Suprema.

    Esta Junta espera que V. se servirá acusarle recibo de la presente, y le dará cuenta del resultado con la prontitud posible.

    Dios etc.= Sr. Alcalde constitucional de

    Además de esta disposicion de dicha junta, y de otra en que se nombraba al Coronel D. Antonio Baiges gefe principal de las fuerzas que existían en esta ciudad, y para segundo al comandante de francos, D. Francisco Riera, se publicaron una proclama á los Españoles, firmada por el citado Baiges y D. Agustin Reverter; otra álos Nacionales, Barceloneses y liberales por el mismo Riera, y otra á los soldados del regimiento de la Constitucion por D. Isidro de Nieva, oficial del mismo cuerpo, cuyos escritos dejamos de publicar, por carecer de novedad, y á fin de no tener que entorpecer á cada paso con ellos la marcha de los acontecimientos.

    En la noche del 3 al 4 las tropas del Gobierno se hicieron fuertes en la Barceloneta y muelle, y los Centralistas se apoderaron del Baluarte del medio dia poniéndolo en estado de defensa. La emigracion ha sido espantosa en estos dos días.

  • La Jamancia: conflicto interno

    (Lunes).

    Hoy al amanecer han roto los centralistas el fuego muy vivo desde el baluarte del Medio dia, puerta del mar y muralla del mismo contra la Ciudadela y Barceloneta, obligando á los de este último punto á contestarles con un fuego graneado tan sostenido, que no podia pararse en la plaza de Palacio á causa de la lluvia de balas que en ella caia. Al cabo de un buen rato han empezado á disparar las artillerías de los fuertes: las Atarazanas y el Baluarte del medio dia dirigian sus fuegos contra el muelle, y los fuertes de D. Carlos y Ciudadela; contestándoles estos con balas rasas y metralla, especialmente al citado Baluarte, que al parecer se habian propuesto desmoronar. El tiroteo duró con mas ó menos fuerza hasta al anochecer, en que cesó del todo.

    Serian las nueve de la mañana cuando salió á recorrer la línea el coronel Baiges acompañado de aide los suyos, y con intencion segun parece de cesar el fuego. En efecto dió repetidas veces esta órden por medio de los cornetas, y viendo que no era obedecido mandó un edecan para hacer que parase el tiroteo, al cual contestaron los jamancios que no les daba la gana. Montado en cólera quiso ir él mismo á repetir la orden, mas al atravesar la muralla le alcanzó una bala, cayendo sin vida en el mismo sitio. Su cadáver fué paseado con aparato por las principales calles de la ciudad y depositado en la Iglesia de S. Miguel, para enterrarlo mas adelante en un panteon que se dijo querian levantar á su memoria.

    Sobre la una del dia salió por la puerta del Socorro una fuerte partida de tropa junto con los guias y trabucaires de Prim, pasando por el pié de las murallas del Fuerte Pio y en direccion á Gracia. Los Sres. Prim y Milans con su E. M. pasaron á escape por la carretera que rodea los muros de esta ciudad, esponiéndose con este arrojo á ser víctimas de los disparos que les hadan los centinelas y nacionales apostados en ellos.

    Sobre las 5 de la tarde las mismas tropas al mando del Sr. Prim, hicieron una tentativa por la puerta del Angel; pero fueron rechazados por los jamancios que allí se agolparon, y por los disparos de cañon que les hicieron desde aquellos fuertes; y como esta misma tarde murió en el Baluarte del Medio dia su Gobernador, llamado Francisco Roig, capitan del tercer batallon de francos, hicieron los de la ciudad correr la voz de que en dicha puerta del Angel habia muerto D. Lorenzo Milans de un balazo al ir á asaltar las murallas (footnote omitted).

  • La Jamancia: asalto a Sarriá

    (Martes)

    En todo el dia no ha cesado el fuego tanto de canon como de fusilería de Atarazanas contra la Barceloneta y del fuerte de S. Carlos y Ciudadela contra Atarazanas y Baluarte del medio dia, resultando algunos muertos y heridos que fueron llevados al Hospital general.

    En estos últimos dias se han hecho correr muchas noticias alarmantes suponiendo pronunciamientos que no existían y que han solemnizado en muchas Iglesias con repiques de campanas alternados de toques á rebato, todo sin órden y concierto, como es fácil de suponer y figurarse de un pueblo entregado á la anarquía y en que todo el mundo gobierna.

    Hoy han amoldado la cara del difunto Baiges en yeso á fin de hacer su busto de cera, lo que no ha sido posible verificar con el capitan Roig por haber recibido la herida en la cabeza y tenerla muy maltratada.

    Hoy han entrado los nacionales de S. Martin de Provensals, con su comandante D. José Buxó, á fin de secundar el pronunciamiento.

    En la noche pasada regresaron de Sarriá una partida de jamancios que habian salido de la Ciudad á fin de sorprender á una supuesta junta que segun decían, se reunia en casa del farmaceutico de dicho pueblo, D. José Margenat, despues de haber asesinado á este y á un tejedor de velos llamado Raymundo Vallejo, y mas generalmente conocido por Ramon de la Veu, y de haber hecho prisioneros algunas personas refugiadas en aquel pueblo, parte de las cuales fueron rescatados por los nacionales del mismo que acudieron á dar alcance á los jamancios ni toque de somaten. En este dia la Junta suprema ha espedido los tres decretos que se continuan en la nota (footnote omitted).

  • La Jamancia: bombas sobre el vapor de Puigmartí, «mortífero fuego» desde la Ciudadela, otras poblaciones apoyan al movimiento

    (Miércoles).

    Hoy ha amainado un poco el fuego de cañon y de fusilería: los centralistas han hecho algunos disparos desde la puerta del Angel, dirigidos al vapor de Puigmartí situado en el barrio de Gracia.

    Los jamancios han pasado todo el dia ocupados en buscar y sacar de los almacenes todas las pacas de algodon que encontraban á fin de construir parapetos para ponerse á cubierto del mortífero fuego de la Ciudadela, y en formar barricadas por la parte de la Pescadería, siguiendo la línea del Rech Condal y sus cercanías, desempedrando algunas calles para hacer con las piedras y higas parapetos con aspilleras para hacerse fuertes y ofender á su amparo á la tropa. Donde quiera se ven á los vocales de la Junta presidiendo y dando direccion á los trabajos.

    A eso de las tres de la tarde se pasó orden á todas las parroquias para que celebrasen con repique de campanas las noticias que hacían circular de boca en boca, de que habian secundado el pronunciamiento en favor de la Junta Central la mayor parte de los pueblos de Cataluña, y entre otros Lérida y Figueras, Sevilla, Galicia, etc. y de que Ametller y Martell venían en su ausilio con una fuerza de mas de 6000 hombres.

    En este mismo dia el gobernador de Monjuich Echalecu, entregó el mando por real órden al coronel de América, D. N. Sayas.

    Hoy ha salido una órden del Ayuntamiento para que se trasladase el borne á la Plaza de Sta. Catalina por no poder continuar en el sitio de costumbre por hallarse espuesto á los fuegos de la Ciudadela.

  • La Jamancia: contradicción sangrienta del supuesto apoyo de Montjuic a la Junta

    (Jueves).

    Esta mañana como á cosa de las siete, hostilizada la Ciudadela por el fuego de fusilería de los jamancios ha contestado con algunos cañonazos contra el Baluarte del Mediodia, secundada por el fuerte de D. Carlos que dirigia sus disparos contra Atarazanas; mas á poco rato Monjuí ha disparado dos cañonazos sin bala, cesando inmediatamente el fuego de aquellos dos fuertes.

    A las cuatro en punto de la tarde el castillo de Monjuí ha empezado el fuego de cañon contra Atarazanas que ha durado sin interrupcion hasta las siete, en cuyo espacio de tiempo ha disparado 102 balas rasas. Como los centralistas habian hecho cundir la voz de que Monjuí estaba en su favor ó cuando menos se mantendría neutral, sus disparos han llenado de consternacion á los que se habian dejado embaucar con tan infundadas especiotas, y á todo el vecindario; asi que para evitar tal vez una reaccion, se perseguía con el mayor encarnizamiento por los mas furibundos á los que decian que el castillo hubiese hostilizado á Atarazanas, llegando la impudencia hasta al punto de que en algunos barrios sus alcaldes recorrían las casas diciendo á sus habitantes que no temiesen, que aquellos cañonazos no eran del castillo, sino de Atarazanas que hostilizaba á la Ciudadela.

    Segun se deja entender hasta los gefes del movimiento se alarmaron por aquel inesperado suceso, pues al momento se reunieron en el fuerte hostilizado el comandante D. Juan Castells, D. Francisco Riera y otras personas de graduacion, los cuales volvieron á salir al cabo de una media hora de sesion, acompañados de los tambores y cornetas que tocaban alto el fuego y llamada, recorriendo la ciudad en todas direcciones hasta al anochecer.

    Este dia si no fué el mas fecundo en acontecimientos, lo fué en comunicaciones y escritos oficiales.

    Véanse los principales en la nota n.° (footnote omitted)

    Hoy se ba publicado una orden del Alcalde constitucional para que todos los estrangeros residentes en esta Ciudad se presentasen en la secretaría de la Alcaldía con los documentos que autoricen su permanencia en la misma.

    En este dia continuaban todavía las comunicaciones entre el Exmo. Sr. Capitan General y el Ayuntamiento sobre el arreglo de los negocios de esta sin derramar sangre ni causar mas perjuicios á los intereses de esta Capital industriosa, en cuyas contestaciones, ora redactadas en tono amistoso, ora con bastante acritud se dirigen ambas autoridades mutuas acriminaciones, se hacen responsables el uno al otro de los males pasados y que sobrevinieren.

  • La Jamancia: «Antes que ser esclavos nos sepultaremos entre las ruinas de esta ciudad»

    (Domingo).

    Hoy amanecimos con tranquilidad. A las diez de la mañana se presentó en la Rambla el 8.º batallon de M. N. é hizo alto frente Sta. Mónica esperando órdenes. Mientras estaba allí apostado se acercó á dicha fuerza un tal Juan Calbet, que habia sido lancero en tiempo del Baron de Meer: ignoro que palabras debió verter, cuando de repente salió de laz filas un Sargento primero llamado Ribas y le acosó sable en mano asestándole tres estocadas ninguna de las cuales le alcanzó. En esto mientras Calbet huia del sargento que le iba al alcance acertó á pasar D. José Molins á caballo y se interpuso entre Ribas y Calbet, quien se abrazó con el Sr. Galli, tramoista del teatro, que en aquel instante se encontraba allí, el cual lo llevó á la alcaldía yendo los dos de bracero.

    A las doce en punto llegó á la Rambla un teniente Coronel con una ordenanza, ambos á caballo, mandando al 8.° batallon que fuese apostarse en la plaza de la Boqueria, á fin de recibir la division de Ametller. Efectivamente tres cuartos de hora despues entró esta por la puerta del Angel, y pasando por la calle de Sta. Ana, Rambla, calle de Fernando VII y Call, fué á la plaza de la Contitucion donde se formó en masa. La fuerza de esta division se componía de unos 1300 infantes y muchos bagages, y ninguna caballeria; pues sí bien traía unos 25 caballos con todas sus monturas y armamento, fué, segun se supo despues, que habían algunas compañías de francos sorprendido en su cuartel á la fuerza de caballería que venia con la division, y que habiéndoles propuesto que tomasen partido por la Junta Central, prefirieron aquellos virtuosos soldados, verse despojados de sus armas y caballos que apartarse ni una línea de su deber.

    Formada ya en masa dicha fuerza subió al balcon del palacio de la diputacion D. Rafael Degollada, manifestando que los que habian defendido Barcelona en estos últimos días, se habian levantado para salvar las libertades patrias que los tiranos querían derrocar; que los gobernantes no eran mas que unos maníquines de Narvaez; que este y Concha eran los únicos que mandaban en la corte, pero que todas las provincias estaban resueltas á sacudir el yugo de estos absolutistas, y que la libertad se había salvado, puesto que se unian á los bravos defensores de Barcelona los valientes de la division de Ametller; que Hostalrich y su castillo se habia pronunciado, y que no se pasaría la noche sin que se recibiese la noticia del levantamiento de Reus.

    Despues de varios vivas al Pueblo Soberano, al Ejército, á la Constitucion, á la Reyna y á la Independencia nacional, ha tomado la palabra Ametller, diciendo que había venido resuelto á unirse á los libres de Barcelona para correr una misma suerte; que con tales compañeros no podian peligrar las instituciones; que su divisa era libertad y solo libertad, y despues ds haber dado mueras á los Narvaez, los Conchas y los tiranos, ha concluido con las siguientes palabras: «Antes que ser esclavos nos sepultaremos entre las ruinas de esta ciudad.» En seguida desfiló por delante de la lápida la fuerza toda que habia en dicha plaza, retirándose cada partida al punto que le estaba señalada. Ametller y Martell fueron á alojarse en la fonda de las cuatro naciones, en cuya entrada principal se situó una guardia de capitan.

    Sobre las 5 de la tarde se observó una partida de tropa apostada cerca de las murallas de Monjuí, que se dijo ser del regimiento de Zamora que se habia separado de la division de Ametller desde Sans, y que iba á refugiarse á aquel fuerte; pero que su gobernador creyendo que fuese una nueva traicion de Ametller no habia querido darle entrada.

    En este dia la Junta suprema á la par que declaraba á Prim traidor de la patria (footnote omitted), conferia á Ametller el grado de mariscal de campo (footnote omitted), y capitan General de Cataluña (footnote omitted).

    Hoy ha sido descerrajada por disposicion de la Junta la caja de la Tabla de los comunes depósitos, estrayendo de ella la cantidad de 26,819 rs. vn.

    En este mismo dia el Cónsul francés ha facilitado el embarque á los individuos de su nacion residentes en esta ciudad, socorriendo ademas á algunas familias menesterosas.

    En una de las quintas del llano de la ciudad debia verificarse hoy una entrevista entre Prim, Ametller, Degollada y otros, para ver si era posible entenderse, pero no ha llegado á efectuarse por desconfiar los unos de los otros.

    Ademas se han publicado dos proclamas de Ametller, una á los Catalanes y otra á los Zaragozanos llamándoles á las armas é invitándoles á secundar el alzamiento en favor de la Central; otra del Comandante del primer batallon franco de Cataluña, Frasquito María For á los liberales barceloneses, y un decreto de la Junta concediendo un real de plus diario empezando á contar desde el 2 del corriente, á los soldados que se hubiesen alistado en favor de la Junta Central, y á los que lo verificaren dentro el término de cuatro dias.