No se descuidó la vigilancia de los consistorios, en medio de las fiestas, de los cuidados de la guerra que tanto amenazaba; y así para tener la gente diestra, se alistaron todos los moradores de Barcelona, hasta los ecclesiásticos y religiosos, dando á cada cofradía, iglesia y combento, en un papel, su puesto, obligación y señales para tomar las armas. Diéronlas á los que no las tenían, y con continuado exercicio procuraron tener disciplinados los ánimos para qualquier fragante. La gente sin oficio y vecinos á Barcelona la alistaron y agregaron á las compañías que pareció, y á toda se le señaló sus cavos y quanto era menester para el lance.
Corrían los mares las galeras de España y otras, para transportar la gente de una á otra parte, y ocasionaron no pocos recelos de que algún día no abordasen á tierra y ocasionasen algún daño. Aguardávase de día en día gente de Italia, y el día 3 de Noviembre de 1640, unas dos oras antes de cerrar la noche, señaló Monjuique armada de poniente, y bajó la guarda á dar aviso se descubrían alta mar muchas galeras y naves y que así se estubiese con cuidado.
Cerróse la noche, y empezó Monjuique á señalar muchos fuegos. La ci(uda)d, viendo esto, ó fuese por temor, ó por hacer prueva de los ánimos, dadas las siete de la noche, empezó la campana del relox á tocar arma y revato, y consecutivamente la Tomasa y demás campanas de las iglesias y combentos, y luego empezaron los atambores y trompetas á correr las calles, echando vandos pena de la vida que todo hombre estubiese á las armas y acudiese á sus puestos, y que las carretas y galeras de particulares acudiesen á la plaza de los Cabritos, para que de la sala de las armas se ministrasen municiones á donde sería menester prontamente. No se reconoció descuido ni pereza en persona alguna, porque las Compañías acudieron prontas á sus puestos. Los clérigos y frailes estavan en las lonjas y pórticos de sus iglesias y combentos, aguardando las órdenes, que ese era el que tenían; echóse fuera de la ciudad la compañía de cavallos de los mercaderes para correr la entrada, y subieron diez compañías á Monjuique, que entonces se fortificava.
Toda aquella noche se estubo en esta postura con las armas en la mano, hasta que con el día se vió no parecer ninguna vela en el mar y todos se retiraron á sus casas.